La autoestima, el vestigio del alma

La autoestima es el valor que nos concedemos a nosotros mismos. Según Güell y Muñoz, la persona tiene la capacidad de establecer su propia identidad y atribuirse un valor; a esa valoración, se le llama autoestima. 

Si conseguimos mantener un buen nivel de autoestima: resistiremos las críticas, nos abriremos mejor a los demás, y aprenderemos a pedir ayuda. En general, nos resultará mucho más gratificante vivir, lo que contribuirá también a prevenir cualquier proceso depresivo.

El valor que formamos de nosotros mismos, como sujetos en el mundo, es el impulso que te levanta y empuja a trabajar lo que te propones, y a motivarte en tus propósitos.

Mantenemos un nivel constante de auto exigencia en cuanto a resultado y productividad, en el que damos por hecho el autocuidado y autorreflexión de nosotros mismos de forma implícita a nuestro funcionamiento, pero debo deciros que no es así, nos olvidamos de revisar el motor que te impulsa y motiva hacia tus objetivos, el concepto que día a día mantenemos de nosotros mismos. No podemos pedir llegar a la meta sin sentirnos capaz de ello.

Cometemos inconscientemente errores comunes que debilitan el proceso de construcción de una valía sana: 

  • No debemos basar nuestro concepto en la realidad del otro, no te compares, céntrate en alcanzar la mejor versión de ti mismo.
  • La culpa nos lleva a la desidia, a la desgana, grandes lastres para una buena valoración. 
  • Admiramos figuras públicas sin conocerlas, nos absorben escaparates sociales que se alejan de la vida real, entramos en una espiral de constantes comparativas que te hacen caer en un continuo nivel de frustración. Ojo con el mal uso que hacemos de las redes sociales, no hay que renegar de ellas, es una herramienta potente, pero debemos educar (y educarnos) en su buen uso. 
  • Cuidado con enfocar nuestro empeño solo en aquello que no alcanzamos o necesitamos mejorar. ¿Y todo aquello que hemos conseguido? ¿le das el espacio que merece?Te debes premiar para hacer balanza a las exigencias en el día a día.

En definitiva, por el camino, entre tanto ruido, se nos olvida lo que merecemos, podemos llegar a olvidar que cada ser humano que compone el mundo es único y especial, y ese es el poder que te caracteriza. 

Existen estudios científicos que demuestran los beneficios de un concepto sano de ti mismo.  Es a partir de los 5-6 años cuando empezamos a formarnos un concepto de cómo nos ven nuestros mayores (padres, maestros), compañeros, amigos, etcétera y las experiencias que vamos adquiriendo.

A nuestro favor tenemos que el valor que construimos no es algo innato, es aprendido, con lo cual somos los responsables de poder moldearla. 

Así que te reto a 30 días de buenos y sencillos hábitos antes de acostarte:

  • Levántate temprano con unos propósitos claros, solo dos objetivos al día, sencillos y adaptados.  
  • Prémiate cada noche antes de dormir, pensando dos cosas que hayas hecho, conseguido, alcanzado. 
  • Mírate al espejo al levantarte y repite, “Me merezco lo mejor, estoy consiguiendo mi mejor versión”.
  • Al menos dos veces a la semana, dile a alguien lo que le quieres y aprecias. Transmite tu amor, cuanto más amor das, mejor estás.
  • Haz cosas por ti mismo, no busques la aprobación de los demás. 
  • Arráigate al presente, acostúmbrate a la incertidumbre, no alzando la vista en exceso al futuro, lo único que importa es el hoy
  • Come, duerme y haz ejercicio saludablemente. 
  • Empodérate frente a la vida. 

Recuerda que, la fusión de lo que nos repetimos y las acciones que ejecutamos, terminarán siendo ideas convincentes de lo que somos. 

Existe demasiada gente sobrevalorando lo que no es, e infravalorando lo que es. Únete al reto y quitémosle la razón a esta tendencia.

Lourdes Marín

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