Según las fuentes oficiales, Ana Barriga Oliva nació el 10 de septiembre de 1984 en la pedanía rural de Cuartillos, perteneciente a Jerez de la Frontera (Cádiz, España). No obstante, otras fuentes no oficiales aseguran que la identidad de esta supuesta artista jerezana es realmente la de una antigua varonesa extraterrestre quinqui-kitsch (¿quinkitsch?) venida de otros mundos y en contacto con la humanidad desde tiempos inmemoriales (algunos aseguran que ha estado en contacto con civilizaciones como los sumerios, los maya, los incas o los antiguos egipcios), teoría a la que cada vez le doy mayor pábulo.
Atendiendo a las fuentes oficiales, tras sus estudios en ebanistería, diseño de mobiliario y artes aplicadas a la piedra en las escuelas de arte de Jerez y Sevilla, en 2014 Barriga se licenciará en Bellas Artes por la Universidad Sevilla, estudios que culminarán en 2015 con el Máster ‘Arte: idea y producción’. Antes de acabar su licenciatura, en 2013, lleva a cabo su primera exposición individual a través de la beca Iniciarte. ‘Panel de Control’ sería la primera de otras tantas exposiciones individuales como ‘El hombre y la madera’ (2015, Galería Birimbao, Sevilla), ‘De animales a Dioses’ (2019, Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Sevilla), ‘Maní’ (2020, Kristin Hjeldelger Gallery, Londres), ‘Robots, dinosaurios y galletas’ (2021, Padre Gallery, Nueva York) o ‘+10V3’ (2022, Vollery Gallery, Dubái). Y otras tantas exposiciones colectivas y ferias (entre ellas ARCO, MACO, Art Busan, Kiaf o Basel Miami y Basel Hong Kong) que le han llevado a mostrar su obra en toda España, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Italia, China, Korea, Suiza, Venezuela o México. Además del reconocimiento a través de casi 40 premios como la propia beca Iniciarte de la Junta de Andalucía (2013), Generaciones de la Fundación Montemadrid (2019), el prestigioso premio a la innovación de BMW (2021), o Pop eye (2022), Es en 2022 cuando Ana Barriga traslada su base a Londres donde prepara su solo show “say cheese” para la prestigiosa galería Carl Kostyal y trabaja en el desarrollo de piezas escultóricas para el icónico antiguo ayuntamiento de La Capital británica -The County Hall. Lugar donde ya reside su reconocida escultura “Laki Cat” y que también albergará su nueva creación “Heart of Gold”. De este modo sus creaciones ya se habrían hecho con europa, de norte a sur y de este a oeste. Independientemente de la lengua, las horas de luz y la cultura, parece que el viejo continente luce más Barriga que nunca.
No obstante, y aunque pueda acusarme de conspiranoico, ¿no le parece extraño que en menos de diez años desde que se licenciara, Ana Barriga haya podido llevar a cabo más de 40 exposiciones y haber participado en casi 30 ferias (entre ellas ARCO, MACO, Art Busan, Kiaf, Basel Miami o Basel Hong Kong) por todo el mundo? Ya han intentado convencerme, pero no lo han conseguido; pondría la mano en el fuego porque la verdadera naturaleza de “Ana Barriga” no es humana (y posiblemente no me quemara).
Ahora piense en algo de lo que quizás no se hubiera percatado. La obra de Barriga parte de aquellos objetos encontrados en rastros y mercadillos, porcelanas y objetos antiguos. Piezas que ante los ojos humanos pueden pasar completamente desapercibidas, pero que a los ojos de un ser llegado del espacio exterior puede suscitar un tremendo interés: objetos supervivientes de épocas pasadas de una civilización ajena que, arrancados de su contexto primitivo alcanzan una nueva época, convirtiéndose así en vasos comunicantes entre dos tiempos, entre dos contextos.
Para aquellos ojos extraterrestres que observen este fenómeno, suscitará, no sólo una serie de inquietudes y de intereses antropológicos, si no de dudas sobre lo que podían suponer aquellos objetos en su pasado y en su presente, pudiendo alcanzar conclusiones errantes. Ana Barriga ha llegado a confundir a un cacahuete con un dios (en su exposición ‘Maní’ en Londres) o a introducir a Donald Trump como un ser místico o deidad dentro de un políptico donde se entremezclan referencias confusas de diferentes culturas (en su exposición ‘De animales a dioses’ -cuyo título es bastante revelador- en el CAAC, Sevilla).
Pero volviendo a ese interés antropológico que suscitan esos objetos que Ana Barriga encuentra en los rastros y mercadillos, es sin dudar, el cómo los trata a través de la pintura, una evidencia más de su origen extraterrestre (el de la artista, me refiero). El género más utilizado en su obra es el bodegón, también denominado naturaleza muerta por el carácter inerte de lo que se representa. No obstante, como si de un desafío contra la propia historia del arte de la humanidad se tratase, Ana Barriga perturba los preceptos del género, llenando sus bodegones de vida a través de elementos cromáticos, formales y de la propia composición de la obra. Logra así una estética vitalista, lúdica, en la que subyace (no hay que olvidarlo) aquellos objetos obsoletos; una suerte de pecios, resquicios decadentes de un tiempo pasado que Ana rescata en un ejercicio de arqueología cosmonáutica, para dotarlos de un nuevo contexto.
Así llegamos a la evidencia más clara de que Ana Barriga realmente es extraterrestre. Y es que en ese nuevo contexto en el que hace reflotar dichos objetos encontrados, se da un juego irreverente en el que parece que la vida humana es mirada desde lo ajeno. Un totum revolutum donde se confunde lo dionisiaco con lo apolíneo, un juego en el que las emociones (las pasiones, los miedos, las alegrías) se entremezclan con elementos místicos, religiosos o rituales, en una danza cosmogónica e iconográfica imprimada bajo una pátina kitsch y esa actitud irreverente que a veces alcanza la categoría de quinqui. Esa actitud con la que en ocasiones Ana Barriga, tras una ejecución y factura indudablemente impolutas, culmina la obra con un gran garabato en spray que recorre gran parte de la obra. La obra y los signos que la conforman, acaban vandalizados, mancillados, por la propia artista.
Y finalmente el bodegón acaba siendo retrato; el retrato de un mundo que parece ser mirado desde fuera, como si la vida (y por ende la pintura), no se tomara con esa inquebrantable seriedad con la que nos la tomamos los seres humanos.
Guillermo Amaya Brenes
NJOY Art!
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