Artista multidisciplinar, natural de Dublín y afincado desde hace 26 años en Madrid, McKenna tenía claro desde niño que quería ser artista. Entre sus trabajos más recientes, se encuentran la decoración de los interiores de los hoteles donostiarras Villa Favorita, el Hotel de Londres y de Inglaterra.

Estudió arte y diseño gráfico. De Dublín dio el salto a Londres, donde trabajó como director de arte para una empresa de interiorismo de discotecas. Hasta que llegó a los murales en grandes superficies, su gran pasión.

“Quien posee un mural realiza el sueño de vivir dentro de un cuadro. Hace que las paredes que te rodean se conviertan en ventanas a la magia, la belleza y la emoción. Es increíble esa sensación. Pintar murales me abre la posibilidad de soñar“

Estando en Madrid, estudió con Juan Luca de Tena, que tiene su base en una escuela de Bruselas, y colaboraba con importantes diseñadores de España. Poco a poco, le fueron llegando encargos. Empezó pintando pájaros con acuarela, que es la técnica más complicada.

“Si puedes pintar con acuarela, puedes pintar cualquier cosa”.

Entre las múltiples técnicas que maneja destacan la pintura, los espejos envejecidos y el pan de oro. Uno de los encargos más especiales fue pintar una capilla de 7,5 metros de alto en un palacio de propiedad privada en Llanes.

Su última exposición ha sido en 2017, donde inauguró en Madrid «The Mag-nificent Lives Art Show», una exposición sobre animales en extinción y cambio climático. Recientemente, ha diseñado la portada del tercer trabajo en solitario de la cantante también irlandesa Sharon Corr, una mezcla entre pintura y fotografía.

Su próxima exposición será este 2023.

“La vida de un artista es un poco loca, muy intensa. Tengo días en los que ni me quito el pijama y otros, en los que no paro de trabajar; es como una montaña rusa, hay temporadas a tope de trabajo y otras en las que la agenda está completamente vacía. Yo dedico esas temporadas vacías a pintar sobre lienzo por mi cuenta, a visitar museos, como la casa-museo de Sorolla, quien para mí es como un dios y mi referente artístico, me fascina. Quisiera llegar a ese punto, a esa musicalidad, rapidez, sentimiento…”

Su principal fuente de inspiración es la música. No puede trabajar sin ella. Por las mañanas siempre pone un poco de música clásica para arrancar lentamente y, después, se pasa al jazz. También le encanta la música indie.

Está considerado por la crítica como: “El Michelangelo del siglo XXI”.

La técnica es lo más importante para él. Y hay que soñar, perseguir los sueños. Se fue de casa a Londres persiguiendo el sueño de ser artista y sigue soñando.

Se siente libre, y esa libertad es fundamental para sentirse artista.