Daniel Franca

Obra original de la portada Nº 27

Título: «Sevilla desde una azotea de la calle Laraña». Técnica: Óleo sobre lienzo. Medidas: 50×50 cm.

Portada NJOY Nº 27. Primavera 2020

La idea fija como eje o nervio central que recorre la tensión constante de un ser humano. El campo magnético al que se sienten atraídos todos los sentimientos, todas las emociones, que perturban, devoran y, a la vez, mantienen vivo el ánimo incombustible de la vida. La motivación. La obsesión. Había vuelto de la India aquejado de un dolor de estómago horrible. Se había cebado con él aquel cuadro vírico, tal vez solo una fatiga física, o quizás aquellas especias picantes que celebraban fiestas de colores en su cerebro. Puede que aquella dolencia abdominal fuera la repuesta corpórea al impacto espiritual sufrido, y gozado, nunca antes vivido. Al cambio brutal de percepción de una realidad distinta hasta entonces. Una conmoción. Un Impacto. Un punto de inflexión. Nada desaparece. Nada se destruye. A su vuelta, se trajo en la mochila varias molestias estomacales que caducaron a los meses y una explosión de colores pasional que transformó para siempre su pintura.

Daniel Franca, hijo de José Antonio y Antonia, de Sevilla, hijo de los ochenta, aquellos tiempos de cambios, es un viajero de la vida al que solo le interesa captar la luz de la realidad percibida a través de sus ojos, los edificios de miradas opacas, el paso del tiempo, la fugacidad de lo eterno, la erosión de la existencia, la perdurabilidad de la transformación, el caos inmortal.

Desde la azotea aparece la urbe a nuestros pies, desplegada en calma, con la epidermis roturada por los quiebros inestables e irregulares de su artesonado superficial. Al fondo, el perfil inequívoco de la mole catedralicia y su torre.

Albores del atardecer de la primavera de 2016. Daniel había vuelto de la India. Su percepción de la luz era diferente a la que representó de Sevilla en la exposición “Ciudad” de 2015. Poco después llegarían las crónicas que tenían preparadas sus recuerdos con las exposiciones de 2017, “Entropía”, en el Museo de Arte Contemporáneo José María Moreno Galván de LA Puebla de Cazalla, de Sevilla y en la Fundación Antonio Gala, en Córdoba, donde tuvo el gran privilegio de residir durante nueve meses en 2011: y “Hampi / Ciudad de la Victoria”, en la Galería Espacio 0, en Huelva. Y un año después, en 2018, “Viaje a India / Entropía”, fue la exposición que llevó su visión personal e íntima al corazón del país, mostrándose en el instituto Cervantes de Nueva Delhi. Los edificios que representa Daniel Franca en los ciclos de la India tienen características comunes con las casas pintadas en su viaje a Estados Unidos en 2012, donde las fachadas, deslavazadas por el tiempo, aguantaban en laderas empinadas, materializando el abandono del alma inmueble. Te miran con ojos negros. Desvirtuadas por una Luz perdida que las devora.

No existen las líneas nítidas de la realidad por que la indiferencia las está borrando, se han convertido en olvido. Así fue como lo representó en sus exposiciones de 2013 “lost Light”, en 7 Degrees Gallery, Laguna Beach, California, Estados Unidos y en Lugadero, Sevilla.

Daniel Franca pinta retratos de edificios, el espíritu de los retratados, pinta la luz, el tiempo.

Daniel Franca pinta la vida.

Ramsés Torres García

Web: Daniel Franca

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