Vilaboa promociona su Entroido de Cobres como anfitriona de carnavales ancestrales en la Península Ibérica

El pequeño municipio de Vilaboa, enclavado en la pontevedresa Ría de Vigo, calienta motores para una nueva edición de su singular carnaval, el Entroido de Cobres, que aspira a convertirse en Fiesta de Interés Turístico Nacional.

Dentro de la amplia programación que desarrolla el Concello de Vilaboa y la Asociación Cobres para mantener viva una tradición que se remonta al siglo XVI, la localidad celebró estos días el VI Encuentro de Entroidos convirtiéndose en anfitriona de los carnavales más ancestrales de la península Ibérica, compartiendo vivencias entre asociaciones unidas por el interés común de mantener viva una fiesta tradicional que se ha conservado, gracias a la tradición oral, de generación en generación.

¿Por qué el carnaval de Cobres es diferente? Para entender la reivindicación del patrimonio inmaterial vivida en Vilaboa estos días hay que comprender un Entroido nacido en una zona rural hace 400 años, en el que los residentes convirtieron la cita pagana en el evento social del año. Madamas y Galanes, personajes principales de la puesta en escena de esta fiesta, representan en sus vestimentas el poderío social de sus familias. Las mujeres lucen en su pectoril tantas joyas y abalorios como fortaleza social posee su familia. Formar parte de la comitiva es una honra para la juventud de Cobres.

El de Cobres es de los pocos carnavales españoles que prescinde de las máscaras y reduce la sátira a la jornada del martes de entroido, tarde en la que la figura del predicador, recuperada en la pasada edición y encarnada en la figura de una mujer, repasa la actualidad local en tono irónico. Y es que el objetivo prioritario del Entroido de Cobres es la diversión y el mimo de un evento tradicional en cuya organización se implican más de 200 personas y que se extiende a lo largo de todo el año.

Prueba de ello es la convivencia registrada estos días en Riomaior, donde carnavales tradicionales llegados de diferentes puntos de España y Portugal se dieron cita para compartir una pequeña muestra de la esencia de su fiesta, tanto en atrezzo como en música y danzas.  

Más de cuatrocientas personas se desplazaron a Vilaboa para formar parte de esta iniciativa que busca dar visibilidad y poner en valor el patrimonio inmaterial y cultural que representa cada uno de los entroidos asistentes, transmitiendo tradiciones seculares a través de la vestimenta, baile, música y concepto de entroido identitaria de cada comarca.

Hasta Vilaboa se desplazaron por primera vez el Entroido de Igüeña, desde León: Las burras de Tremor de Arriba y El toro de espina de Tremor. Los Caretos de Lazarim, de Lamego en Portugal; o los Caretos de Arcas, que llegaron desde Macedo de Cavaleiros, en Braganza. A ellos se unieron los Guirrios y Madamitas de Cimanes del Tejar.

Cantabria estuvo representada con el entroido Andruido en la Paré de Piasca e Zamora, con Atenazador de San Vicente de la Cabeza. A nivel gallego, desde Salceda de Caselas, acudió el Rancho Entroido da Feira e dende Ponteareas, Perriñas e Mudados de Ribadetea. También estuvieron en Vilaboa os Xenerais da Ulla, así como las Madamas y Danzantes del Entroido de Salcedo,  llegados desde A Pobra do Brollón, en Lugo.

Peculiaridades:

PREDOMINIO ABSOLUTO DE LA MUJER. La protagonista principal es la Madama, que desde el origen del carnaval, hace más de 400 años, participa en la organización del festejo teniendo un papel clave en la Corrida do Galo. Era a ella, espada en mano, a quien le correspondía sacrificar al animal, cuando años atrás se hacía con un gallo vivo.

En la edición de 2024 se refuerza esa presencia femenina convirtiendo a una mujer en la Predicadora del Carnaval, único papel tradicionalmente masculino. Es la persona que tirando de sátira e ironía hace crítica social y política sobre lo ocurrido a lo largo del año.

VESTIMENTA DE LA MUJER. El Entroido de Cobres reproduce en su vestimenta los estratos sociales de la época. El pectoril del traje femenino refleja el poderío o solvencia económica de la familia de Madama. Aunque en la actualidad son abalorios de fantasía, años atrás las madamas portaban las joyas familiares para hacer ver la posición social de la familia

EL SOMBRERO. Las Madamas portan un sombrero con más de 8 kilos de peso, al que dedican más de 8 meses al año para confeccionarlo, con flores artificiales de todo tipo en homenaje a la primavera. Con él sobre sus hombros, recorren más de 16 kilómetros diarios durante los días de Entroido mientras danzan de lugar en lugar.

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