El motor que mueve la increíble maquinaria de nuestras relaciones personales, familiares, laborales y sociales debe ser: “SER NOSOTROS MISMOS”, y alimentar nuestro bienestar de la manera más generosa.
De hecho, en nuestras relaciones, en cualquier formato y forma, podemos encontrar una fuente poderosa de felicidad, siempre que vayan en una dirección y sentido saludable.
Es inevitable decepcionarnos, defraudarnos, recompensarnos, reforzarnos, etc. Pero, la realidad, aunque duela, es que no es sano vivir esperando constantemente algo de los demás. Cuanto antes lo interioricemos, más fluiremos y nos desarrollaremos sin necesidad de encontrar una reacción, actitud o comportamiento de vuelta.
Debemos aceptar que vivimos en un mundo perfectamente imperfecto, con gente perfectamente imperfecta, siendo perfectamente imperfectos, y eso es lo que nos hace maravillosos. Además, sería tremendamente aburrido que todos actuasen como esperamos constantemente. Necesitamos diferencias, diversidad para estimular cualidades como la paciencia, la aceptación y la renuncia. Que son pilares fundamentales que sostienen una mente fuerte y feliz.
Por ello, recuerda que debemos movernos por el mundo en función de cómo nos hace sentir aquello que damos al resto, cómo estimula nuestra grandeza, lo que regrese, será bueno, malo o regular. Pero seguro que peor será sentir que vives alejado de lo más preciado que tenemos: los valores que sostienen nuestra personalidad. En definitiva, relacionarte con los demás sin ser tu mismo.
Trata a los demás como te haga sentir bien, como te sientas mas siendo tu mismo, a pesar de lo que recibas, aceptando cada cambio de actitud y de comportamiento que sea necesario en cada momento.
Evidentemente, esto no significa que actuemos siempre igual, para nada, nuestra actitud y nuestro comportamiento van surfeando por la vida y, sinceramente, tenemos mar en calma, aunque a veces haya grandes mareas. Pero, así, nos ahorraremos sufrimiento emocional, cuando observemos reacciones que no nos esperamos del otro.
Poner límite, ser tu mismo, valorar y llevar por bandera la libertad del ser humano como valor sagrado, son los ingredientes esenciales de unas relaciones firmes y enriquecedoras.
“Dejemos de sufrir por lo que no recibimos, y empecemos a disfrutar de lo que damos”.
Lourdes Marín Psicología.
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