Laura Fernández Pereiro

Cuando vio los ojos de un niño hindú surgiendo en un papel sumergido en el líquido transparente de una cubeta, quedó atrapada por la magia de la fotografía. 

Niños Jaisalmer
Niño hindú

Y lo cierto es que creció entre reveladores y cuartos oscuros, entre carretes analógicos y tendederos de secado, pero no fue hasta ese momento que entendió el poder de un objetivo, el valor del instante que capta un universo dentro de   una mirada, de un gesto, de un movimiento. 

Humo

Aprendió a fotografiar con la cámara analógica, eso le enseño a mirar, a esperar y a decidir. Tenía que administrar las 24/36 tomas de un carrete antes de disparar. Como en el ajedrez, “ficha movida, ficha jugada”, no había mucho margen para el retoque. 

Monumental
Los auténticos decadentes. Sala Paris
Rojo. Cochera Cabartet

Viajar es su otra gran pasión, igual no lo entiende si no hay un objetivo, un compromiso o una búsqueda, que en su caso son imágenes. Trata de encontrar la dignidad y la belleza de los lugares que ha podido transitar, de sus gentes, sus costumbres, sus gestos, sus risas… los niños.

Una cosa lleva a la otra.

Venecia

Todo este trabajo le lleva a colaborar con la revista de arte y cultura Aforo Libre. Ya con la cámara digital, ha tenido la oportunidad de hacer reportajes fotográficos en teatros y salas de conciertos. En cierta manera el concepto es el mismo, también hay que esperar el momento para disparar, una milésima de segundo y lo perdiste, encontrar el gesto, el movimiento que te haga sentir que la foto está viva, además de respetar todo el trabajo que hay detrás de un escenario.

Ha retratado a muchos artistas importantes en sus momentos más íntimos, ha trabajado en festivales de cine y teatro, en portadas de discos, revistas publicitarías y para Warner Music.

Aún planea el futuro recorriendo el mundo con la cámara. 

NJOY Art!

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