Gesto y Símbolo
Antes del dibujo fue la filosofía, fue la carrera que estudié en la Universidad de Murcia, entonces ser sesuda y reflexiva me parecía lo más apropiado para una chica como yo (sesuda y reflexiva). Aunque pasaba mucho tiempo dibujando, la opción de iniciar algún tipo de estudio artístico no apareció ni por asomo en mi horizonte de posibilidades…
Alguien dijo alguna vez que aquello que persigues te ha perseguido a ti antes (aunque lo ignores, o precisamente por eso: porque es ignorado). Después ingresé en una pequeña escuela municipal de pintura, en Torrevieja, en 2001(mientras preparaba las oposiciones). La pintura irrumpió con una fuerza atronadora, a la manera de un movimiento sísmico que atravesara mi cuerpo desde el suelo y fue allí, en ese ambiente modesto, rodeada de aficionados y curiosos, niños ociosos y jubilados, que comprendí el arte como proceso de investigación, como persecución y búsqueda de cuestiones esenciales, tan parecido en el fondo a la tarea de la filosofía pero mezclado con las técnicas, enraizado en la materia y profundamente corporal. McLuhan afirmó en La Galaxia Gutemberg que “el medio es el mensaje” y, en efecto, el modo y los procesos de crear han determinado, al menos en mi caso, los contenidos y los temas que han ido apareciendo a lo largo de estos años de trabajo.

Empecé con óleo, pintaba retratos con poca pasta y tanto aguarrás que pensaba que moriría ahogada, siempre rostros y siempre viejos, siempre del color de la tierra como si la piel fuera un paisaje, iguales a los campos del interior de Alicante donde me crié. Y siempre gritaban o lloraban o miraban pasmados un punto impreciso y no sé bien por qué lo hacía pero con el óleo siempre se enredaba la tragedia, pintada sobre madera. Y, sin embargo, fueron ellos quienes trajeron la alegría de los premios o la sorpresa de las selecciones, como el primer premio La Mujer y la Pintura de Murcia en 2003, Premio en la Bienal de Artes Plásticas Rafael Alberola de Novelda en 2004, selecciones de obra en el Concurso Iberdrola-Universidad Miguel Hernández de Elche o el Certamen Nacional Miradas de Alicante en 2007, lo que vino a reforzar seguridad y disciplina, a pesar del trabajo intenso que demanda la docencia, a pesar de las familiares exigencias de la vida, volvieron la pintura celular e imprescindible.


En 2010, el medio para el mensaje cambia cuando la poeta Alicia Merino me hace el encargo de ilustración, Acuarela Elemental (editorial Entrelíneas) y me obliga, por el título de la obra, a romper totalmente con la técnica al pintar. Descubro la acuarela, descubro el agua y su reflejo y todas sus posibilidades. Descubro la tinta. Abandono el óleo y la madera. Aparece el papel con sus matices, su versatilidad, su amabilidad y su modestia a pesar de la aristocracia de origen (el paciente Arches o el gran Fabriano), y sobre todo su enorme capacidad de adaptarse a mi vida con niños pequeños, con el taller en la cocina y muchísimo trabajo en instituto. Descubro en ese momento el papel como una piel y el libro, el poema, como un espejo. Otros poemarios siguen al primero: Odre de Viento de la misma autora en la prestigiosa Torremozas en 2012, el libro infantil Marta y el Baúl de Rosa Muñoz en Augusto Beltrá ediciones en 2015, Vides de Vidre de Enric Sanç en Onada edicions en 2019, colaboraciones en la madrileña Temblor, Asidero Poético en 2017 y en la revista de filosofía Parerga desde 2019, en un periodo de tiempo íntimo por las exigencias vitales, un tiempo lento de introspección e investigación en los que dibujos, libros, tinta y papel operan una lenta simbiosis que verá la luz en 2019, cuando Sofía Martinez me dé la oportunidad de exponer en la Galería Leúcade de Murcia con Oikobiblion.


Durante ese periodo se definirán entonces dos principales líneas de trabajo: por una parte la ilustración y la acuarela botánica en pequeño formato y por otro las Bibliotecas, grandes superficies en papel Fabriano hechas de tinta, acuarela negra, pigmentos y carbón que surgen a partir de la lectura de La Biblioteca de Babel de Borges y que me permitirán unir, como en un círculo, la filosofía, los libros, las lecturas con un medio de expresión, la pintura, que es un mensaje en sí mismo.




El tiempo de introspección se abre para dar paso a otro de exposiciones nacionales (Círculos de Piedra en ACAS de Elche y Bibliotecas en la sala ESUM de la Universidad de Murcia y en la Fundación Pedro Cano de Blanca, Biblioclastia en la Galería La Esfera) e internacionales en Irán (Sarvenaz Gallery en 2022), Venezuela (Museo de Arte Coro en 2023) e Italia en diversas colectivas de Nápoles y Cerdeña (2018-2022), donde la técnica del agua se une al collage, a la experimentación con tierras y pigmentos y donde la pintura va convirtiéndose progresivamente en maestro, imponiéndose al pensamiento racional, sirviéndole de guía para ordenarse, para adquirir sentido, tomando el cuerpo, el gesto, como pura inteligencia.



Quedan muchos proyectos por delante, senderos por andar, queda todavía mucho por descubrir. A veces imagino mi vida, esta vida mía que transformó la pintura, abierta como un pozo y yo como una piedra que cae dentro, sorprendida por la hondura, sin límite y sin fondo, absolutamente libre en la gravedad del aire más oscuro. Lejos de convertirse lo elemental del trazo en un canal que transmite las ideas, en un simple vehículo de la razón, la imagen es la idea misma hecha de tinta, de papel, de trozos de periódico… Es aquella intuición primera hecha de carne, gesto, cuerpo que regresa, a través de lo primitivo del dibujo, a la materia.
Pau Pellín.
Novelda, Septiembre 2024.

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