
Miguel Ángel Concepción, nacido en Isla Cristina, Huelva, es un artista transdisciplinar español cuya obra abarca pintura, videoarte, fotografía e instalación. Su formación artística se consolidó en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, donde desarrolló una pasión por la investigación y la experimentación con diversas técnicas y soportes.
Desde sus inicios, Concepción ha mostrado un interés particular por fusionar métodos tradicionales, como el óleo y el acrílico, con técnicas digitales y electrográficas. Sus obras suelen abordar temas como la descontextualización, la historia del arte y la crítica social, siempre impregnadas de una mirada irónica y mordaz. Un ejemplo destacado es su serie «La Culpa la Tienen los Ojos», donde explora la percepción y la interpretación de la realidad a través del arte.
A lo largo de su carrera, ha participado en numerosos foros internacionales de arte, incluyendo ferias como ARCO y ESTAMPA, y ha expuesto en Madrid, Sevilla, Huelva, Barcelona, Italia, Portugal, Estrasburgo, Bruselas, Alemania, Nueva York, Lima, Santiago de Chile, Colombia, Santo Domingo, México, Atenas, Sarajevo, París, etc… Además, ha sido reconocido con diversos premios y becas, entre ellos la prestigiosa beca de la Fundación Joan Miró por el proyecto «El día que Arcimboldo me invitó a comer», realizado en colaboración con la artista Rocío López Zarandieta. También ha recibido en tres ocasiones la Beca Daniel Vázquez Díaz otorgada por la Diputación Provincial de Huelva, entre otros destacados premios. Además de trabajar con diversas galerías de arte, destacando la Galería Des Pentes de Lyon.
Concepción es fundador y director de ATLANTICA VISUAL-ART, un festival de videoarte al aire libre que se celebra en el marco del Festival Internacional de Cine bajo la Luna Islantilla Cineforum. Este festival ha contado con doce ediciones, incluyendo una en México, y se ha consolidado como un referente en la promoción del videoarte contemporáneo. Su incursión en el videoarte se ha materializado en diversas obras y proyectos. Uno de los más destacados es «Limo», una serie de piezas audiovisuales en las que Concepción se apropia y transforma obras de arte clásicas, cubriéndolas con una especie de lodo que las envuelve lentamente.

O Transnación, que se exhibió en Matadero Madrid, donde plantea la desaparición de las fronteras segregacionistas en el mundo. Participa en Arbeit Macht Frei un performance durante la FIAC de París, cuya propuesta fue expuesta en la Galería Hors-Champs de esta ciudad.
Su obra ha sido reconocida y exhibida en diversos foros internacionales, como el EXiS Experimental Film and Video Festival en Seúl, Corea del Sur, y en las ediciones 5ª y 6ª de MADATAC en el Palacio de Cibeles de Madrid. Además, ha participado en la muestra itinerante VIDEOsPAIN, que ha recorrido ciudades como Lima, Santiago de Chile y Tegucigalpa, llevando el videoarte español a una audiencia global.
También fue comisario junto con Rocío López Zarandieta del proyecto Yo soy tu Biopoder para el stand de ARCO de la Diputación Provincial de Huelva en 2020.
En resumen, Miguel Ángel Concepción ha logrado fusionar de manera innovadora las técnicas tradicionales de la pintura con las posibilidades expresivas del videoarte, contribuyendo significativamente al panorama del arte contemporáneo y promoviendo activamente la difusión de las artes audiovisuales.
Las obras de la serie Los Monstruos de Rosenthal de Miguel Ángel Concepción presentan personajes híbridos—combinaciones de animales y humanos—en escenarios de museos, donde bailan y beben vino tinto.
Las pinturas tienen un estilo muy característico con una combinación de realismo y expresionismo con una fuerte carga crítica y simbólica. Se aprecian texturas trabajadas con pinceladas no muy gruesas y un uso del color que juega con constantes de tonos fríos, azules y verdes grisáceos monocromos con algún fondo de color intenso y efectos de salpicaduras que realiza aplicando una técnica hibrida (otra vez) que mezcla óleo muy diluido con agua, produciendo una reacción grumosa, fases desconectadas y pintura cortada lo que le proporciona texturas muy dinámicas y expresivas.
Hibridación Animal-Humana
Los personajes con cabezas de animales evocan la tradición de la mitología clásica y el bestiario medieval, sugiriendo la fusión entre instintos primitivos y la sofisticación cultural. Estos seres podrían representar distintas facetas del ser humano:
La Mujer-yegua como alegoría del impulso creativo, la transformación de la mujer en un ser equino simboliza la pasión desbordante, el instinto creativo y la conexión con lo primitivo. Este ser mezcla colores en una paleta en la que destaca un rojo vibrante, casi como si estuviera usando sangre en lugar de pintura, como un proceso de transformación alquímica. Las estatuas y pinturas de fondo, refuerzan la idea de que la artista no solo crea, sino que forma parte de la tradición artística.
El oso panda como artista. El oso panda está asociado con la cultura oriental, representa el equilibrio y dualidad (blanco y negro, ying y yang). La vestimenta fluida y muy detallada refuerza un aire de misticismo y tradición, evocando la estética de la ópera o danzas marciales. La vara que sostiene es una herramienta que utilizan los pintores, llamada tiento, para estabilizar la mano, lo que sugiere precisión y disciplina.
El elefante pintor. Tradicionalmente, el elefante representa la sabiduría, la paciencia y la memoria, en este caso Concepción parece haber pintado un elefante pintor chino, con gesto relajado y sonriente que sostiene una copa de vino que sugiere cierta sofisticación y satisfacción de la obra acabada y que como en cierta obras de Velázquez, mira al espectador. Su ropaje con solo unos pantalones cortos, nos recuerda levemente a la figura de Picasso. El elefante en este caso, podría representar una figura imponente que se ha rendido a los placeres o a la contemplación existencial.
El tiburón con traje podría aludir a la agresividad o la astucia dentro del mundo del arte.




El Rinoceronte pintor y guerrero en un entorno inundado transmite una sensación de lucha y resistencia en un mundo en decadencia. El artista como bestia primitiva y creadora. El rinoceronte es símbolo de fuerza bruta, resistencia y poder instintivo. El pincel en su mano nos cuenta su pasión por la pintura. El agua que inunda el espacio puede simbolizar la purificación o el caos, la danza del monstruo podría ser un acto de liberación, una metáfora de la necesidad de creación en momentos de crisis o cambios, mostrando que incluso en la destrucción hay belleza y movimiento.
El Chimpancé elegante con una copa de vino y un pincel, representa la sofisticación, la dualidad entre lo instintivo o salvaje y lo refinado. Viste un traje y sostiene una copa de vino con una expresión de satisfacción. El vino en su mano refuerza la imagen de opulencia y celebración, pero también podría insinuar decadencia o exceso.
Un cerdo antropomórfico de color rosado intenso, con una fisonomía grotesca, que se encuentra danzando en un ambiente geométrico con un halo detrás, lo que podría evocar una sensación de protagonismo o misticismo. El cerdo ha sido históricamente un símbolo de abundancia, gula y corrupción. En esta imagen, su danza en el centro sugiere que es el protagonista, lo que podría ser una crítica al consumo excesivo de cultura o a la banalización del arte en ciertos círculos.
El artista cebra pintando un retrato: un juego de identidad y auto referencialidad, explorando la relación entre creador y su obra, el artista le pinta un flequillo levemente anaranjado como el propio pelo de Concepción, lo cual le confiere un doble autorretrato.




El perro con traje lleva un traje formal y se encuentra en una pose dinámica, con la cabeza canina mirando hacia el cielo. Simboliza la mezcla entre el instinto animal y la sociedad moderna, cuestionando si la civilización es realmente un avance o simplemente un disfraz. El fondo museístico sugieren un contexto de poder, orden o control, en contraste con el desenfreno de los otros personajes.
El pintor ballena. Esta obra muestra a un pintor cuya anatomía se mezcla con la de una ballena y representa la idea de que el arte consume al creador o que el artista se vuelve inseparable de su obra. La ballena (animal totémico de Concepción), como un símbolo de lo vasto y profundo, hace alusión a la inmensidad del proceso creativo o al subconsciente. La gota de pintura azul turquesa que cae del pincel está relacionada con el mar y la creatividad desbordante reflejada en la cara del pintor en pleno éxtasis o locura del proceso creativo.
El hombre pintor danzante en el museo es el más humano, pero su expresión y postura exageradas lo colocan dentro de la lógica de lo extraño. Al encontrarse en un espacio museístico, su danza parece un acto de rebeldía contra la solemnidad del lugar.
Mujer comiendo con ballena. Esta escena trasmite sensación de opulencia grotesca, donde el exceso y la risa desmedida sugieren un comentario sobre el hedonismo, el consumo sin límites o la desconexión de las élites con la realidad. La ballena simboliza la explotación de la naturaleza mientras que la mujer representa una actitud despreocupada o incluso cínica ante ello. La escena, con su carácter festivo y al mismo tiempo perturbador, invita a reflexionar sobre los excesos humanos, el consumismo y la ética en la cultura contemporánea.
El cerdo bailando. En la cultura popular y en la literatura (como en Rebelión en la Granja de Orwell), el cerdo ha sido asociado con el abuso de poder y la avaricia. Esta obra reflexiona sobre la condición humana desde una perspectiva grotesca y crítica, aludiendo a la degeneración de la moral, la fusión entre lo civilizado y lo salvaje o la hipocresía de las instituciones que perpetúan esta dualidad.
Pintor chino con vino y teléfono. El personaje aparece en una actitud festiva y desinhibida, sosteniendo una copa de vino en una mano y un teléfono móvil en la otra. Su cuerpo semidesnudo y demacrado, con una herida en el pecho en forma de espiral, sugiere una metáfora sobre el desgaste o la vacuidad de ciertas actitudes modernas, el tatuaje rojo en su pecho con caracteres chinos que significa ARTE alude a una reflexión sobre el sentido del arte en la sociedad contemporánea explorando la banalización del sufrimiento, la desconexión de la realidad a través de la tecnología y la decadencia de ciertos valores en la era digital. Hace referencia a la teoría de la banalidad del mal de Hannah Arendt, sugiriendo que los “monstruos” modernos no son figuras demoniacas, sino individuos normales atrapados en dinámicas de consumo, superficialidad y narcisismo.




El Museo como Espacio de lo Sagrado y lo Profano
Los museos son espacios que consagran el arte, pero también lo institucionalizan. Si los monstruos de Concepción son pintores, entonces podríamos preguntarnos:
¿Qué papel juegan en el sistema del arte? ¿Son libres o están atrapados en la lógica del museo y la mercantilización del arte?
¿Es el museo o la galería un espacio de conservación o de domesticación del arte? La idea de lo “monstruoso” en el título sugiere una relación ambigua con la tradición artística.
¿Pueden estos seres híbridos representar al artista contemporáneo que lucha por mantener su esencia en un mundo que lo convierte en espectáculo?
Los escenarios de museos, tradicionalmente espacios de contemplación y reverencia, se transforman en escenarios de desenfreno:
Los personajes bailan, rompiendo la solemnidad del museo, lo que puede interpretarse como una crítica al elitismo del arte. Beber vino tinto evoca tanto el hedonismo como la tradición del vino en la historia del arte y la religión, sugiriendo un ritual profano dentro de lo sagrado.


El Artista como Monstruo
El título de la serie, Los Monstruos de Rosenthal, puede sugerir que los artistas son vistos como seres extraños, marginados o incluso grotescos dentro de la sociedad. Su representación como híbridos podría expresar la lucha entre su mundo interior y las expectativas externas.
Los Monstruos de Rosenthal se pueden leer como una sátira del mundo del arte, la dicotomía entre lo instintivo y lo racional, y la forma en que la sociedad percibe a los artistas. Es una invitación a reflexionar sobre el papel del arte en la vida contemporánea y la tensión entre lo culto y lo salvaje, o como se autodefine el artista, un ser “salvaje y refinado”.
Concepción parece jugar con el concepto de la solemnidad de los museos y la figura del artista, transformándolos en una especie de carnaval de lo absurdo.
Crítica al Mundo del Arte
El artista como bestia o monstruo.
Al representar a los artistas como híbridos animales-humanos, Concepción podría estar aludiendo a la percepción del artista como un ser excéntrico, marginado o incomprendido.
También puede ser una crítica a la «bestialidad» del mercado del arte, donde el talento se comercializa y los artistas deben adaptarse a las reglas de un sistema muchas veces arbitrario.
El vino como símbolo de la bohemia y la decadencia.
La presencia constante del vino refuerza el estereotipo del artista bohemio, pero también puede sugerir decadencia o evasión, como si el arte contemporáneo estuviera atrapado en un círculo de superficialidad.

El artista como personaje de su propia obra
Si Concepción se ve reflejado en estos personajes, podría estar haciendo un comentario sobre la propia figura del creador: ¿el artista es un genio o un payaso dentro del sistema?
El tono de Los Monstruos de Rosenthal parece moverse entre la crítica y la ironía, dejando abierta la interpretación. Puede ser una burla del elitismo artístico, una reflexión sobre el rol del creador en la sociedad o simplemente una invitación a reírnos del absurdo de la existencia. ¿Genios o farsantes? ¿Visionarios o monstruos? La serie no ofrece respuestas definitivas, pero sí nos hace cuestionar.
Los Monstruos de Rosenthal se percibe una crítica mordaz sobre los museos y el mundo del arte en general, aunque envuelta en un tono irónico y lúdico. Miguel Ángel utiliza el humor, la exageración y el absurdo para poner en cuestión ciertos aspectos del sistema artístico.
Parodia del Artista y el Intelectualismo en el Arte
Los personajes híbridos pueden representar a los artistas como figuras caricaturescas, atrapadas en un mundo donde se espera que sean excéntricos, extravagantes o incluso ridículos.
El vino tinto, símbolo de bohemia, podría ironizar sobre la idea del artista como un ser iluminado, mostrando en cambio una faceta más frívola o decadente.
La exageración en sus gestos y poses ridiculiza la solemnidad con la que muchas veces se habla de arte.

Mercado del Arte y Superficialidad
La presencia de personajes que parecen más preocupados por beber y bailar que por el arte en sí podría ser una crítica al mercado del arte, donde la experiencia de la obra muchas veces queda desplazada por la ostentación y el estatus social.
La idea del «monstruo» puede relacionarse con el artista convertido en producto, deformado por las exigencias del sistema.
Concepción parece estar jugando con los símbolos y rituales del mundo del arte para desmitificarlos. La serie no solo es una sátira del museo como institución, sino también del propio artista y del mercado que lo rodea. A través de la ironía, nos invita a reflexionar sobre si el arte sigue siendo un espacio de libertad o si se ha convertido en una farsa sofisticada.
Los Monstruos de Rosenthal tiene una fuerte relación con el concepto de carnaval, tanto en su estética como en su significado simbólico. Miguel Ángel parece utilizar elementos carnavalescos para subvertir la solemnidad del arte y los museos, transformándolos en escenarios de exceso, sátira y desenfreno.
Los Personajes como Máscaras Carnavalescas
El carnaval se caracteriza por el uso de máscaras y disfraces que desdibujan identidades. En la serie, los personajes híbridos parecen llevar «máscaras» animales, lo que puede simbolizar la pérdida de identidad individual en el mundo del arte.
Sus cuerpos exagerados y sus posturas teatrales recuerdan a los bufones o a los personajes de la Commedia dell’Arte.
Exceso, Risa y Crítica Social
El carnaval es un espacio donde se permite la burla y la crítica de las estructuras de poder. En estas pinturas el vino, la danza y la exageración pueden verse como símbolos de exceso y placer, desafiando la seriedad del mundo del arte. El tono humorístico e irónico sugiere una crítica disfrazada de farsa, ridiculizando las normas y rituales de los museos y del mercado artístico.
Los Monstruos de Rosenthal también puede interpretarse como una reflexión sobre la pérdida de valores en la sociedad contemporánea, marcada por la tecnología y el narcisismo. Aunque la obra no presenta explícitamente dispositivos digitales, exceptuando al personaje que sostiene una copa de vino en una mano y un teléfono móvil en la otra, sus personajes y escenarios pueden aludir a ciertos efectos de la modernidad en el arte y la cultura, llenos de consumo, superficialidad y narcisismo.

Narcisismo y Espectáculo en el Mundo del Arte
Los personajes híbridos, con su actitud exagerada y teatral, recuerdan a una sociedad obsesionada con la imagen y la autoexpresión.
Bailar, beber y posar en un museo puede simbolizar la superficialidad del mundo artístico, donde la experiencia del arte se ha vuelto más performativa que reflexiva.
En la era de las redes sociales, los museos se han convertido en escenarios para la auto exposición (selfies, eventos exclusivos, elitismo digital). ¿Los personajes de Concepción están apreciando el arte o solo representando un papel dentro de él?
Tecnología y Deshumanización
Los híbridos animales-humanos pueden representar una identidad fragmentada, similar a cómo la tecnología ha cambiado nuestra forma de relacionarnos con la realidad y con nosotros mismos.
La pérdida de lo humano en estas figuras puede verse como una metáfora del distanciamiento emocional causado por la hiperconectividad.
La estética de la obra, con tonos fríos y una sensación de irrealidad, podrían reforzar la idea de una sociedad cada vez más alienada.

Cultura del Placer Inmediato vs. Valores Tradicionales
El vino, la danza y la actitud irreverente sugieren un hedonismo desenfrenado que podría estar en contraste con valores tradicionales como la contemplación, el esfuerzo y la trascendencia en el arte.
Si antes el museo era un templo del conocimiento, ahora parece transformarse en un escenario de entretenimiento y consumo.
Miguel Ángel Concepción, a través de Los Monstruos de Rosenthal, podría estar planteando una visión crítica de la sociedad contemporánea, donde la tecnología, el narcisismo y la banalización del arte han desplazado su esencia original. En este sentido, la serie funciona como una sátira de la pérdida de valores en un mundo cada vez más dominado por la imagen y el espectáculo.
La serie de Miguel Ángel Concepción es una obra compleja que funciona como una crítica irónica y mordaz al mundo del arte y la sociedad contemporánea. A través de figuras híbridas que combinan lo humano con lo animal, el artista juega con la idea del artista como un «monstruo», un ser transgresor que oscila entre la genialidad y la decadencia.
Esto puede simbolizar:
La banalización del arte: El museo, tradicionalmente un espacio de contemplación, se convierte en un escenario de espectáculo donde los artistas-personajes parecen más interesados en el hedonismo y la autoexposición que en la creación artística en sí misma.
El narcisismo y la performatividad: En un mundo obsesionado con la imagen y la validación externa (en redes sociales y otros espacios), el arte se convierte en una excusa para el exhibicionismo, más que un medio de exploración y reflexión.
El carnaval de la modernidad: Con su aire grotesco y festivo, la serie recuerda a la tradición del carnaval, un espacio de inversión de roles y crítica social. Aquí, los artistas son los nuevos bufones, figuras que encarnan tanto la sabiduría como la ridiculez. Junto con la obra pictórica Concepción también ha desarrollado vídeos que funcionan a la vez de manera transversal con esta propuesta:
Max Power
NJOY Art!