Miguel Ángel Feria

Miguel Ángel Feria
Foto: Chez valencia

Miguel Ángel Feria (Huelva, 1979) es Licenciado en Humanidades por la Universidad de Huelva, Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, y Doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Su obra poética ha obtenido el XIV Premio Internacional de Poesía “Ciudad de Salamanca” (2010) por La Consagración del Otoño y el IX Premio de Poesía “Andalucía Joven” (2007) por El Escarbadero. Tras haber trabajado en las universidades francesas de Marsella, Paris 7 y Limoges, actualmente es miembro del Proyecto de investigación I+D “El impacto de la guerra civil española en la vida intelectual de Hispanoamérica”, vinculado a la Universidad Complutense de Madrid. Traductor residente en el Collège International des Traducteurs Littéraires de Arles (Francia) y en el Centre for Arts and Creativity de Banff (Canadá), donde ha preparado una Antología de la poesía parnasiana –Ed. Cátedra (2016)-, así como sendas versiones de El arte de ser abuelo de Victor Hugo –Ed. La Lucerna (2017)- y de La Edad de la palabra de Roland Giguère -Ed. Amargord (2020)-. Su último libro de poemas, Anarcadia, ha visto la luz en la editorial española Árdora. Una selección de su obra ha aparecido en distintas antologías de poesía actual y ha sido traducida a otras lenguas como el inglés, el francés, el bengalí o el silbo gomero.

SELECCIÓN DE ANARCADIA (ÁRDORA EDICIONES, 2018)

ELOGIO DEL TACTO

Antes quedarse ciego, puro tacto. 

Y toco,

palpo, tiento, positura, qué cosa?

las huellas dactilares

escapan de los dedos y van solas en busca

de la luz,

a mil millones de años luz  estaba el alma,

bastó cerrar la mano

para recorrerlos,

juntar una con otra,

dejar caer el tic sobre el centro nervioso

de las aguas,

esperar a las ondas

de la iluminación. 

Late, puja en las yemas

lo terso,

lentas sábanas de seda

adonde la conciencia

despliega su matriz,

la suave marejada

de algo que se tiene y que se pierde al mismo

sueño.  

Rugosidad a estrías de pizarra,

microsurco, lluvia ronca del blues

en la epidermis 

escalofriada de tatarabuelos.

Y qué decir de su lardoso pliegue?

como un gato de resina que ronea,

o en la hondísima siesta

estuvo alguna vez pelando higos.

Si al granujoso lavar de las legumbres

se avecina un placer,

un húmedo secreto de negra lencería:

sentir a más

su peso, el gravamen

prensil del apetito. 

Supimos de la lija en los desvanes, 

los esvásticos dedos

de madrastra,

del erizado hielo por la nuca

antes de dar con el interruptor,

y cada res marcada al rojo vivo

conoce lo que tú,  

orgasmos y carlancas 

contra la indefensión

de ser sólo uno más entre los ángeles.

Todo, sin embargo, se debe agradecer,

todo

salvo la maquinal,   

la encubridora pulcritud, 

esa analgesia  

estirada y zancuda de los seres de paso,

millares de millares en peligro de extinción

por mera asepsia,

escindidos, por pijotería usted

primero,

sólo después de usted, milady.

Antes la marga y el percal, la sobaquera,

la demasiada confianza

y el sudor,

una cintura, ras de mies

para mis palmas, luego el pecho solano

con mi pecho,

los cabellos, parsimonia de raíces,

una mejilla o pétalo

de rosa en la mejilla,

antes la cosificación de la alegría,

antes la rosificación de cada cosa, 

antes la fe absoluta    

para que yo por fin acopie la cosecha

y abarque lo que no se ve

más que cegando.  

GIRÓVAGA

Esta divina prisión, / del amor en que yo vivo,

ha hecho a Dios mi cautivo, / y libre mi corazón…

Teresa de Cepeda y Ahumada

Circundan las flautas, el saz, los tamboriles

                  tu estancia en lo sagrado

y adviene de tu esencia giratoria

el cónclave de esencias

                   las órbitas   

del aire o el silencio en voz pasiva

dando giros

despojándose y durándose de ti

asunción nacida de tu ritmo

hipnosis del vacío

                   que suscita levógiro tu cuerpo

tu girar

            mendicante en lo sonoro

sólo ahora que ya no tienes nada

estás en condiciones de pedir

llama en todas las puertas

                           del sonido

pides las paz

                      pides la luz

pides la luz

                     pides la paz

por las puertas del dios de la paz y de la luz

no es posible decir

                    dónde tu cuerpo termina

y dónde empieza el dios

suya es tu luz y es tu paz de todo el universo 

mientras bailas

contraria a las agujas del reloj

mientras elevas tu plegaria

no de tiempo

                     de amor es tu plegaria

una lluvia de pétalos sonoros se cierne sobre el tiempo

y afeminas al dios

hasta dejarlo hecha una paloma blanca

hasta dejarla suelto

audible allá por donde pasa Leonard Cohen 

me acordaré de ti

AVANTI CON LA GUARACHA

Días de sexo drogas swing

violento

en el baño del bar

mientras la cola le da la vuelta al mundo

reventando

a porrazos la puerta

del centro del mundo

la significación puede esperar

días extraños

                      epicentros 

del boom de la mercadotecnia  

bellos y raros en los parkings y limbos litorales

estrellados espejos y hormigas

voladoras

quién no quiere pasar al otro lado de su imagen 

ya se quejaba de lo mismo Camarón

de la Isla

fumando sin parar mirando al suelo

la poesía

es la traducción literal de un idioma imposible     

y aproximaba un fósforo a la mecha

de su corazón 

balas perdidas cántaros rodados

mal vivir se lo llama

como siempre

pero hasta Dios descansó el séptimo día

juventud de la tierra: hoy es sábado

la mano de Yahvé firma nuestra sentencia

con las uñas pintadas de rosa

Miguel Ángel Feria
 - Baño Bar

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