Nacido en Cortelazor en 1953, un pequeño pueblo de la Sierra de Aracena.
En su infancia se traslada con su familia a Huelva capital. Estudia magisterio en la Escuela de formación del profesorado adscrita en aquel entonces a la Universidad de Sevilla. Imparte su docencia en varios colegios siempre muy implicados en proyectos de innovación. Así participa en el proyecto “Agrupamientos flexibles” en el colegio San Jorge de Palos de la Frontera, donde ejerce durante diez años.
Se traslada a Huelva donde se incorpora al Proyecto de Compensatoria del Colegio Onuba en la Bda. del Torrejón.
Dos años más tarde participa en el Proyecto Aula Abierta en el colegio Marismas del Odiel, donde ejerce primero de Jefe de estudios y después de Director.
Se Licencia en Psicopedagogía en la Universidad de Huelva. Se incorpora por oposición a la Enseñanza Secundaria. Profesor de Lengua Castellana y Literatura en varios IES. Perteneciente al MCEP (Movimiento Cooperativo de Escuela Popular).
Frecuente en los ambientes literarios de Huelva, participante en múltiples recitales. Participante en el encuentro “Voces del extremo” Valle del Jerte 2018 y 2019, Sevilla 2021 y Moguer 2018, 2019 y 2022, Cien poetas en mayo (Vitoria).
Participante y colaborador en el encuentro con Poetas del Guadiana. Perteneciente al grupo “Poetas de Huelva por la Paz”, del cual es secretario.
Poemarios editados: “Mar de ausencias” (2016) ED. NIEBLA, “Versos de un viajero confuso” (2018) ED. NIEBLA, “De la percepción de la lluvia y otros poemas” ED. NIEBLA 2019. “De la imperturbable inocencia de los vencejos” ED. NIEBLA 2022. “El baile lento de los berros”
Áccesit premio Felipa Marín de poesía rural. Autor en antologías: Combinados Poéticos de Punta Umbría, Voces del extremo Moguer 2019/21, Valle del Jerte 2018, Poetas de Huelva por la Paz, Cien Poetas en Mayo, Versos para la vergüenza, Voces del extremo, Huelva en verso, Homenaje a Miguel Hernández, Conciencia en llamas, Las mil y una noches del 1900, La noche de San Luis, Fundido en malva, “No se pueden ordenar solas las cosas”.
Asimismo, participante en el encuentro realizado y promovido por el Museo Reina Sofía bajo el lema “Se nos agota el tiempo” como un grito en defensa de la Naturaleza.

Es la voz clara del árbol,
en ese lugar donde la hierba sabe de nuestros nombres,
el que grita con el leve temblor de sus hojas
como pájaro desarrapado tras la tormenta.
Puede ser un olivo, una encina,
o uno de los alisos de esos que escoltan la ribera,
recordad que fue el bosque nuestra primera casa,
O el roble majestuoso que preside y ampara nuestro jardín,
este inmenso roble, casa de ardillas
que se abre como un abanico de sombra fresca
Y nos acurruca bajo su copa con el mimo de una madre.
El murmullo incesante de sus hojas
devino en un concierto inagotable de pájaros nerviosos.
Y tú y yo, juntos, amparados bajo su copa.

Al olmo de la Cañá (CORTELAZOR)
…Yo pensé que no tenías corazón,
olmo centenario,
cuando, siendo pequeños, gateábamos hasta tu copa
e invadíamos tus entrañas vacías.
Pensé: este es un árbol viejo y melancólico
que no tiene corazón ni vida.
Esto pensé:
Se morirá pronto de nostalgia
y se vestirán de luto sus esquejes.
Pero aquella mañana,
a la temprana hora de los quehaceres,
los vi pasar a todos,
a la mujer con prisa,
al campesino, que visita su huerta diariamente,
a los niños que corren, jugando, hacia la escuela,
al tendero ambulante que vende fruta los miércoles,
a los ancianos, que se sientan a tu sombra, sobre el poyo de mármol,
Los vi a todos y los miré a los ojos,
de cerca,
y me asomé a sus miradas,
y allí estabas tú, olmo viejo,
en lo más profundo de la gente que se mueve,
allí estabas tú invadiendo interiores
y dando vida a lo cotidiano,
a lo sencillo y frágil,
que a tu alrededor deambula sin prisa,
respetando el ritmo lento de tus hojas,
que bailan, acariciadas por la brisa suave que te envuelve.
Tú eres el corazón del pueblo que vive y late cotidianamente.
Tú eres el corazón del pueblo que vive y late todos los días,
al sosegado y tranquilo ritmo de tus hojas…

Un viejo deseo:
Yo, sin nombre ni apellidos,
y ya, sin embalajes, desnuda el alma,
caminar despacio por el roto paseo de los castaños,
aquel de los sueños retenidos,
y mirar como planean en otoño
las hojas secas que se descuelgan de los árboles
antes de reposar suavemente sobre el suelo húmedo
Sentado a la sombra de un castaño joven,
sí, de esos que aún quedan vivos,
que se me llene el corazón de sentimientos,
pensamientos que lluevan de los cielos,
y que establezcan su morada allá en mi alma.
Entonces nacerá un verso, un grito que sonará como un eco
¡Estás vivo! ¡Recuérdalo!
Y yo me estremeceré
como si despertara aletargado
y abriré los ojos espantados
para contemplar un rayo de sol, solo uno, que se cuela entre sus hojas

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