

Uno puede encontrarse con una escultura de Juan Garaizabal en alguna de las muchas ciudades donde ha intervenido: Berlín, Shanghái, Miami, París, Bahrein… Más recientemente, una nueva obra ha aparecido en la Grand Plage de Biarritz, en Francia. Allí, además de dejar una marca personal, el artista ha regalado a la ciudad un recuerdo de sí misma.
Nacido en Madrid, Garaizabal es escultor y grabador, reconocido internacionalmente por su capacidad de generar preguntas. A través del arte contemporáneo, Juan Garaizabal abre un debate sobre el urbanismo, las ciudades modernas y la memoria histórica mediante la recuperación simbólica de edificios desaparecidos. Este año ha creado un nuevo centro de producción artística en Cifuentes, un pequeño pueblo de La Alcarria con apenas 1.600 habitantes, rodeado por los paisajes áridos de La Mancha. En su taller, cada año acoge a decenas de estudiantes internacionales que lo asisten en sus proyectos alrededor del mundo.




Memorias Urbanas
A través de esculturas monumentales de hierro -uno de sus materiales predilectos, junto con la madera- el artista español no busca simplemente ocupar vacíos urbanos, sino iluminarlos. Resaltar lo que falta es la forma de comprender un lugar, para Garaizabal. Así nació su serie más célebre, Memorias Urbanas, que parte de una premisa contundente:
“El hombre sin memoria se convierte en un animal destructivo. El ejemplo más claro y extremo que se me ocurre es el de los pueblos emergentes que se empeñan en borrar o simplemente ignorar su intrahistoria”.




El proyecto comenzó en Berlín, en 2012, con la reconstrucción de la Bethlehems Böhmische Kirche, destruida durante la Segunda Guerra Mundial, en un gesto profundamente simbólico para la historia de la ciudad alemana. Desde entonces, sus obras buscan revelar aspectos y detalles que suelen darse por sentados o han sido olvidados. El objetivo actual de su trabajo es también trazar conexiones: entre el silencio de La Alcarria y el caos de la ciudad moderna, creando auténticos portales suspendidos en el espacio.
Según Garaizabal, las intervenciones de arte urbano deben ser “pocas y significativas”, capaces de generar una experiencia emocional en quien las observa. Además de la “perfecta integración entre el elemento artístico y el entorno, urbano o natural, que lo rodea”, el artista aspira a crear “vínculos invisibles entre los lugares”. Así, las estructuras concebidas por Juan, ligeras y luminosas, parecen reflejarse unas en otras.



La última obra en Biarritz
Desde mayo pasado, Juan Garaizabal ha instalado en Biarritz una escultura monumental de acero inspirada en la desaparecida estructura de los Bains de Napoléon. Como si se tratara de un verdadero dibujo en el aire, el artista emplea materiales típicos del tejido urbano contemporáneo para recuperar una forma que pertenece a la memoria histórica de la ciudad. En un encuentro con el público en la Mediateca de Biarritz, celebrado unas semanas después de la inauguración de la obra, Juan explicó la importancia que tuvieron estos baños en su época. Inaugurados en 1857, fueron un símbolo de la transformación de Biarritz de un pueblo pesquero en una ciudad moderna.

Cuestionándose el significado de la obra, los habitantes de la ciudad —así como los muchos turistas de paso— se han acercado a una parte de la historia local que desconocían.
La charla concluyó con una performance en la que Garaizabal devolvió el skyline de Biarritz ante los ojos de sus residentes, mediante un dibujo en tiempo real. “¿Me he olvidado de algo?”, preguntó con ironía al público. Un valiente respondió: “¡Sí! ¡Falta la luna!”. Cuando la luna también ocupó su lugar, Juan colocó una miniatura de la escultura recién inaugurada sobre el paseo marítimo. Es una versión más modesta, comparada con los 9 metros de altura de la original, que todavía emana la misma elegancia luminosa. Como en un juego, una parte de Biarritz ha regresado a su lugar.




La memoria urbana es frágil, cambiante, sutil. Para Garaizabal, es justamente esa cualidad etérea lo que convierte al arte en una herramienta poderosa: capaz de abrir una conversación sobre lo que fue, lo que queda y lo que podría volver. Un dibujo en el aire que, aunque intangible, deja una marca perdurable en la conciencia colectiva.
Giovanna di Pietro.
Periodista freelance. @padrevostro
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