SALUD Y ALIMENTACIÓN: Estrés



El estrés crónico puede ocasionar cambios psicológicos, los más habituales son la inestabilidad emocional general, la aparición de sentimientos de ansiedad, la pérdida de confianza, la depresión o la apatía. Sin embargo, otro aspecto no menos desdeñable está relacionado con la alimentación: a la persona estresada puede darle por comer compulsivamente, por una pérdida de interés o indiferencia total a la comida o por una pérdida real de apetito que no hace sino agravar aún más el problema. 

Por ejemplo, es muy común ver casos de estrés en los que se produce un aumento del deseo de comer, especialmente platos apetecibles: tartas, chocolate, galletas, dulces, platos, en definitiva, altamente calóricos y poco nutritivos. Esto tiene un efecto adicional y contraproducente: un eventual aumento de peso, la consiguiente merma de la autoestima y la aparición de sentimientos de culpabilidad. También puede producirse el efecto contrario, caracterizado por una pérdida del apetito y una actitud descuidada hacia la alimentación en general.

Las 3 etapas del estrés

1. Se han identificado tres etapas en la respuesta al estrés. En la primera etapa, ALARMA, el cuerpo reconoce el estrés y se prepara para la acción, ya sea de agresión o de fuga. Las glándulas endocrinas liberan hormonas que aumentan los latidos del corazón y el ritmo respiratorio, elevan el nivel de azúcar en la sangre, incrementan la transpiración, dilatan las pupilas y hacen más lenta la digestión.

2. En la segunda etapa, RESISTENCIA, el cuerpo repara cualquier daño causado por la reacción de alarma. Sin embargo, si el estrés continúa, el cuerpo permanece alerta y no puede reparar los daños.

3. Si continúa la resistencia se inicia la tercera etapa, AGOTAMIENTO, cuya consecuencia puede ser una alteración producida por el estrés. La exposición prolongada al estrés agota las reservas de energía del cuerpo y puede llevar a situaciones extremas. Ciertos tipos de jaqueca y dolor de cara o espalda, el asma, úlcera, hipertensión, asma y estrés premenstrual, son ejemplos de alteraciones relacionadas con el estrés. Además, el estrés emocional puede causar o empeorar muchos trastornos de la piel, desde picores, cosquilleo y dolor hasta los que producen sarpullido y granos.

El estrés predispone a otras enfermedades

Los médicos han reconocido desde hace tiempo que las personas son más proclives a enfermedades de todo tipo cuando están sometidas a un gran estrés. Acontecimientos negativos, tales como la muerte de un ser querido parecen causar el suficiente estrés como para reducir la resistencia del cuerpo a la enfermedad.

Por otra parte, aunque el estrés puede ejercer alguna influencia sobre cualquier enfermedad, los científicos atribuyen al menos parte de este efecto a la historia evolutiva humana, argumentando que cuando había que vivir con constantes amenazas físicas por parte de animales salvajes y otros elementos, así como de otros individuos, el cuerpo evolucionó ayudando a gestionar estas presiones físicas. Sin embargo, el problema surge cuando el cuerpo está preparado para enfrentarse al peligro pero no puede hacerlo. Quedar atrapado en un atasco de tráfico, por ejemplo, puede hacer que el cuerpo se prepare para una respuesta de agresión o fuga, pero cuando no se puede tomar ninguna acción, los sistemas corporales permanecen hiperactivos. La repetición de experiencias similares de naturaleza frustrante puede crear estados tales como la hipertensión.

¡Vamos a cuidarnos, este otoño, más que nunca!

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