Leishmaniosis. ¿Cómo prevenirla?

La leishmaniosis es una enfermedad muy peligrosa que afecta a los perros de todos los continentes, excepto Oceanía.

Es importante tanto en la medicina veterinaria como en la salud humana, diagnosticándose anualmente nuevos casos en personas, siendo la segunda enfermedad protozoaria más importante del mundo después de la malaria. Por su importancia para la salud humana y su tendencia a aumentar es de declaración obligatoria.

En Andalucía, un 10% de los perros son seropositivos y en el 2019 se produjo el pico más alto de perros con leishmaniosis.

Es una enfermedad zoonótica, es decir, que se transmite de animales a personas a través de un vector, una especie de mosquito llamado flebotomo.

El causante de la leishmania visceral y cutánea canina y de la leishmania humana en el sur de Europa es el protozoo Leishmania Infantum.

Cuando el mosquito hembra pica a un perro con leishmania, este parasito pasa a su tubo digestivo donde se multiplican y migran a la boca del mosquito y cuando éste pica inocula el parasito en la piel del perro sano.
Estos mosquitos mayoritariamente pican a los perros pero también a personas, gatos o hurones.


Las zonas de clima mediterráneo, tropical o subtropical son las más afectadas. Su creciente expansión se debe a la influencia del cambio climático que hace que los flebótomos se estén propagando a otras regiones del norte. La mayor actividad del flebótomo es de mayo a octubre. Son más abundantes en el atardecer hasta la media noche. Pueden picar en cualquier parte del cuerpo del perro pero prefieren la cabeza y sobretodo, las orejas y entre los dedos, por eso, también, tienen riesgo los perros de pelo largo.

Hay algunas razas más susceptibles que otras como los Bóxer, Cocker Spaniel, Rotwailer y Pastor Alemán que la padecen con más frecuencia. Hay mayor riesgo en edades inferiores a 3 años y superiores a 8 años. También aumenta el riesgo en situaciones de stress, enfermedad o tratamientos que disminuyan la respuesta inmunitaria del animal.

Todos los perros infectados no enferman. Hay perros con un sistema inmunitario capaz de controlar la infección y que puede ser portadores asintomáticos, quiere decir que transmiten la enfermedad sin tener síntomas.

Es muy importante hacer a nuestros perros un test anual previo a la vacunación contra la leishmaniosis. Si es negativo, recibirán su vacuna y si fuera positivo, estamos haciendo una identificación precoz de los perros infectados con o sin síntomas. La enfermedad se estaría detectando en sus primeras fases ayudando con el tratamiento a reducir la carga parasitaria y a incrementar la esperanza y calidad de vida de los perros enfermos. Existen fármacos inmunomoduladores que sirven de prevención y de tratamiento en las primeras etapas de la enfermedad.

Las manifestaciones clínicas más frecuentes en el 50% de los casos son en piel y ganglios pero también hay síntomas generales, oculares neurológicos, musculares, cardiovasculares, respiratorios y gastrointestinales.

La vacuna protege al perro disminuyendo el riesgo de contraer la enfermedad y crea inmunidad de grupo evitando así su propagación, de ahí la importancia de la vacunación contra la leishmaniosis canina.

La vacuna y los fármacos inmunomoduladores son medidas complementarias a la utilización de antiparasitarios externos de comprobada eficacia como son los piretroides sintéticos de actividad repelente e insecticida (pipetas, collares) para evitar la picadura del mosquito que es el vector de transmisión. Es importante saber que estos mosquitos son tan pequeños que pueden atravesar fácilmente las mallas mosquiteras normales.

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