Podemos considerar al vino como uno de los grandes descubrimientos que ayudaron a crecer culturalmente a la especie humana en sus albores cívico-culturales. El vino cambió el concepto primigenio de bebida aportando matices místicos-festivos al mero hecho de beberlo. Por este motivo podemos considerar al vino como un elemento civilizador. Cualquier agente que se agregue al hábito diario de las primeras civilizaciones se puede considerar un elemento formador de cultura y por ende un elemento que impulsa el avance de una sociedad compleja.
ORÍGENES
Hacia el 7000 A.C encontramos las primeras evidencias de la elaboración de vino en las actuales Armenia y Georgia. La práctica se expande hacia Asia Central, Mesopotamia y la cuenca mediterránea. Adquiere un gran desarrollo en Egipto y Grecia propagándose las primeras técnicas de viticultura y vinificación a través de sus colonias.
EDAD ANTIGUA
Hacia el siglo II A.C llega de la mano del Imperio Romano el cultivo sistemático de la vid en la Península Ibérica. Antes de este hecho, las reminiscencias que nos llegan son fenicias y griegas. Así por ejemplo llega hasta nuestros días referencias al vino Ceretanum (de Ceret, la antigua Jerez romana), por su carácter único. En la Hispania romana se cultivaba un tipo de uva conocida como Coccolobis y que los romanos llamaban Balisca. La Syriaca era otra variedad tinta existente en la Península Ibérica muy común y extendida.
La primitiva técnica de vinificación romana comenzaba con la elaboración del mulsum, una mezcla del primer mosto del prensado y miel que se servía como aperitivo en comidas de cierta relevancia. El resto del mosto se introducía en un dolium (tinaja de cerámica) donde el mosto fermentaba.
Tras la fermentación, el mosto fermentado se filtraba a través de conos de mimbre para más tarde clarificarlo con ceniza, arcilla, polvo de mármol… Al concluir el proceso, se envasaba en ánforas de barro donde se inscribía el año de la vendimia y la tipología del vino. Las ánforas se tapaban con arcilla o yeso y se dejaban envejecer en las zonas altas de la casa.
EDAD MEDIA
Tras la conquista de la Península Ibérica por parte de los pueblos venidos del norte y la consecuente caída del Imperio Romano, la cerveza se impone al consumo de vino dado el gusto de estos pueblos por la misma. Durante la Edad Media, las tierras (y con ellas los cultivos de vid) pasan a ser propiedad de la Iglesia y los reyes. Así, la elaboración del vino queda circunscrita a monasterios y castillos. En este periodo se hace extensivo el uso de las barricas de madera para almacenar el vino y, de forma casual, aparecen las primeras bodegas.
En la Península Ibérica, los reyes cristianos iban reconquistando territorio a los musulmanes, terrenos en los que se replantaban vides. Durante la Reconquista, se plantan vides en el Camino de Santiago, en las zonas de Rioja y Ribera del Duero. A partir del siglo XII comienzan a plantarse viñedos en Cataluña y en la zona de Jerez.
EDAD MODERNA
Los colonizadores españoles llevaban la vid al Nuevo Mundo y empleaban las materias primas de allí traídas (café, cacao, etc.) para comerciar con ellas (en Burdeos, el vino se cambiaba por café, por ejemplo). Mientras, el Renacimiento avanzaba y acababa con el oscurantismo medieval en todos los sentidos aportando importantes avances técnicos.
Se abre una nueva etapa en la historia del vino, con el perfeccionamiento en los siglos XVII y XVIII de las técnicas de vinificación. En este periodo, los vinos de Borgoña, Burdeos y Champaña (Francia) adquieren parte de su posterior fama mundial, gracias, en gran medida, a los comerciantes del norte de Europa. Comienzan a utilizarse las botellas de vidrio para conservar el vino y se inventa el tapón de corcho. También en este momento, el monje Dom Pérignon descubre cómo elaborar el vino espumoso tradicional francés en la región de la Champaña.
EDAD CONTEMPORÁNEA
En pleno auge del sector vinícola, a principios del siglo XIX llega uno de los grandes reveses a los que tendrá que enfrentarse el vino a nivel mundial. La filoxera (phylloxera vastratix) estuvo a punto de acabar con todas las cepas de Europa.
En 1865 este pulgón, que se alimenta de las raíces tiernas de la vid, llega desde Estados Unidos y se propaga con tal rapidez que se convierte en epidemia. Francia, Portugal, Alemania, España, Suiza e Italia sufren la devastación, quedando sus cepas prácticamente diezmadas. Pero las cepas que habían llevado los misioneros a América resistieron el envite de la enfermedad. De esta forma, se recuperaron las vides silvestres que habían sido llevadas al Nuevo Mundo y se replantaron en Europa, creándose variedades híbridas que enriquecieron el panorama vitivinícola.
A pesar del gran coste económico que supuso la filoxera, en España esta plaga supuso también una oportunidad. Cuando la filoxera se extendió por Francia, muchos bodegueros de Burdeos emigraron a Rioja para intentar seguir con su negocio. De esta forma, los españoles aprendieron los sofisticados métodos de elaboración franceses y adquirieron la tecnología usada ya en Francia en el perfeccionamiento de los métodos de viticultura y vinificación.
SIGLOS XX Y XXI
A finales del XIX llega a España la industria de los vinos espumosos. El Cava llegaría a rivalizar con los caldos de Champagne a nivel mundial. Más adelante se impondrían las primeras D.O en España, siendo la Rioja la primera allá por el año 1926. La Guerra Civil (1936-1939) supone un parón a todos los niveles en la industria vitivinícola española, produciéndose el lógico abandono de las viñas y el consecuente paro de la producción.
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) supone el mismo varapalo a nivel europeo, quedando totalmente parado el sector vitivinícola en el viejo continente. No será hasta bien entrada la década de los 50 cuando la industria comience a recuperarse totalmente. En los 60 se redescubre el marco de Jerez y los vinos de la Rioja comienzan a tener fama y repercusión mundial. El panorama enológico actual en España se viene caracterizando por una apertura radical en cuanto a lo que Denominaciones de Origen se refiere, apostando por la elaboración de vinos de calidad en la práctica totalidad del país.
Primero Ribera del Duero y más tarde denominaciones como Bierzo, Toro, Priorat o Somontano, Rías Baixas… han ido ganando mercado y relevancia en nuestro país. Los viejos tópicos enológicos de España han ido desapareciendo. Los conceptos clásicos han dado paso a una revolución a todos los niveles. Se empieza a trabajar el vino desde un prisma mucho más gastronómico. Los maridajes y alianzas clásicas han dado paso a una cocina más atrevida e innovadora, y el vino está alcanzando sus cotas más altas en las mesas de los mejores restaurantes.
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