Aunque la sexualidad como categoría conceptual y constructo teórico remite a la modernidad, hay evidencias de que desde la prehistoria cada cultura ha representado comportamientos, pensamientos y conocimientos relacionados con el sexo y con los roles o funciones que hombres y mujeres deben adoptar en cada sociedad, comunidad o momento.

La sexualidad debe analizarse como una construcción histórica que no es estática o aplicable de igual manera en todos los momentos o espacios y que “adopta sus particularidades dependiendo del contexto de vida en que sucede…”. Para asignar significados a cada cultura en sus procesos de construcción social debemos estudiar y analizar los aspectos concretos, sistemas religiosos, morales, políticos y económicos, que a la vez crean censuras, tabús, libertades u otros factores que dependen de la sociedad que se estudie.
Una forma de entender cómo la historia de los seres humanos ha estado atravesada por la sexualidad puede verse desde los primeros mitos de la creación que dan origen a las grandes civilizaciones. De igual manera, el estudio de las culturas desde la prehistoria dan cuenta de representaciones humanas, principalmente a través del arte rupestre y estatuillas femeninas, que demuestran no solo el interés por los caracteres sexuales sino también la representación de prácticas basadas no sólo en lo reproductivo sino en el placer y en la exploración de lo sexual.
En muchas culturas antiguas se observan prácticas homosexuales, poligamias, prácticas orgiásticas, en ocasiones practicadas por placer, otras por religiosidad, otras por prácticas político-sociales… Es con el surgimiento de las religiones monoteístas cuando encontramos otro tipo de idiosincrasia sexual. Fue a partir de la religión Judeo Cristiana, cuando todo lo vinculado al sexo será visto como pecaminoso, vergonzante, algo contrario a una vida virtuosa. Tanto es así, que al menos en el mundo occidental y cristiano, todas las imágenes con sexo expuesto suelen ser censuradas y su exhibición prohibida al público salvo excepciones como en el caso de épocas románicas o en el renacimiento.
En épocas más recientes, las representaciones eróticas han pasado de ser un artículo de lujo para unos pocos a una herramienta de propaganda y más tarde un producto cotidiano, e incluso un sustento para otros.
La imaginería del arte erótico puede ser tanto de sexualidad explícita como implícita, siendo los ejemplos de esta última más comunes en muchas culturas, debido tanto a los códigos de conducta como a la censura. Todas las antiguas culturas buscaron humanizar y sexualizar el universo, proyectando sus actividades sobre los poderes espirituales que se pensaba controlaban la naturaleza.
A pesar de que ya en siglos anteriores la pornografía se hizo evidente en el arte, es en siglo XIX cuando se define de manera clara. El concepto moderno de pornografía no apareció hasta la época victoriana, y en muchos pintores y literatos se mantiene ese enfoque estético erótico que se le da al deseo sexual, la incitación o de la insinuación. Los motivos pueden ser mitológicos, bíblicos o de otras índoles, a los que se suman en este momento los motivos románticos y directamente ligados al cortejo amoroso. La pornografía se hace ya evidente en muchas manifestaciones artísticas de este siglo, material sexualmente explícito, en la literatura y la pintura, que trata de provocar excitación.
Todos estos estudios que nos permiten conocer la representación de la sexualidad a lo largo de la historia no se libra, como ninguna disciplina, de la mirada androcéntrica, dejando de lado la figura de la mujer. Si bien es cierto que desde que en los estudios en ciencias sociales se incorpora la visión feminista, la cosa parece que va cambiando. El papel de la mujer y su sexualidad ha quedado relegado a su capacidad reproductiva o como mero objeto de consumo masculino. Es por ello que la mayoría de las representaciones están construidas desde una visión por y para el hombre.
Cerámica erótica moche.

Figura 1. Escena de coito anal. Se ha venido considerando como parte de la estrategia de prevención del embarazo en el posparto. La mujer está amamantando a un niño. Cerámica Moche (siglo I d. C. – 800 d. C.). Museo Larco, Lima (Perú)
La cultura Moche, que se desarrolló en la costa norte del Perú entre el 200 a. C. y el 700 d. C., presenta ejemplos de cerámica con motivos sexuales y reproductivos. Rafael Larco, coleccionista e investigador, los considera objetos destinados a la enseñanza, y los clasifica en cuatro grupos: de erotismo religioso, humorísticos, moralizadores, y de representaciones naturales.

Figura 2. Botella con forma fálica. Cerámica Moche (siglo I d. C. – 800 d. C.). Museo Larco, Lima (Perú)

Figura 3. Escena sexual. Cerámica Moche (siglo I d. C. – 800 d. C.). Museo Larco, Lima (Perú)
Kamasutra

Figura 4. Imagen del Vātsyāyana kāma sūtra
Antiguo texto hinduista que trata sobre el comportamiento sexual humano. El título completo es Vātsyāyana kāma sūtra (‘Los aforismos sobre la sexualidad, de Vatsiaiana’). Cronológicamente se sitúa al autor en el periodo Gupta (que se desarrolló entre el 240 y el 550 d. C.). Conocido por sus detalladas descripciones de posturas sexuales, estas son clasificadas en función de su dificultad y nivel de intimidad. En total, se describen 64 posiciones, cada una con su propio nombre y propósito. Estas posturas son una representación de la tradición y la comprensión de la sexualidad en la antigua India.

Figura 5. Representaciones eróticas en el templo de Khajuraho (Madhya Pradesh, India)
Pinturas eróticas chinas sobre tela
Este tipo de pinturas eróticas chinas, habitualmente anónimas, también llamadas «libros de almohada» o «imágenes de primavera», tienen su comienzo en la Dinastía Yuan (1271-1368) y tienen su punto álgido en la dinastía Ming (1368-1664).

Figura 6. Pinturas eróticas chinas realizadas a mano en tela de seda entre los siglos XVIII y XIX (1700-1800). Dinastía Qing
Risus Paschalis. Misa con excesos sexuales
Una de las mayores manifestaciones de la sexualidad y el humor dentro del espacio sagrado era la Risus Paschalis en la que se celebraba la alegría de la Pascua frente a la tristeza de la Cuaresma, ensalzando a través de la burla el triunfo de Cristo sobre la muerte.
El sacerdote debía provocar la risa en el pueblo durante la misa de la mañana de Pascua, para ello utilizaba algunos recursos cargados de contenido sexual: contaba chistes picantes, usaba expresiones eróticas, marionetas, hacía gestos obscenos, simulaba relaciones sexuales y hasta enseñaba los genitales para arrancar las carcajadas de sus fieles.

La tradición nació en Francia durante el siglo IX, se extendió por todo el norte de Europa, Italia y España. Sin embargo, donde realmente caló esta celebración fue en Baviera. Se cree que allí la Risus Paschalis rozó el desenfreno total y que incluso varios actos sexuales explícitos se celebraron dentro del templo.
Los primeros en tomar medidas fueron los protestantes cuya austeridad no casaba con esta celebración. Sin embargo y tras la reforma el Concilio de Trento en el XVI, la Iglesia Católica también decretó su prohibición. En Alemania y Baviera continuaron, de manera más modesta, hasta el año 1911.
La Cámara erótica de Catalina de Rusia.
Catalina II de Rusia, llamada Catalina la Grande fue emperatriz de Rusia durante 34 años, desde 1762 hasta 1796. Llegó al trono al encabezar un golpe de estado contra su marido, asumiendo ella misma la corona, y desarrollando un reinado expansionista e ilustrado.
Un aspecto reseñable de su vida privada fue que Catalina tenía una habitación personal en el palacio de Gátchina, la cual ha pasado a la historia como la Cámara erótica de Catalina la Grande. En este palacio Catalina mandó hacer una peculiar cámara decorada con motivos eróticos: no sólo pinturas y tapices, sino también mobiliario con decoración tallada pornográfica, sillas diseñadas para practicar sexo, relieves fálicos. Por desgracia mucho de este mobiliario se perdió en un incendio.

Figura 7. Mobiliario con motivos eróticos. Habitación del placer de Catalina II de Rusia. Palacio de Gátchina (Gátchina, Rusia)
Sexualidad en la poesía. Samaniego.
La relajación de los principios religiosos en el XVIII, la racionalización y relativización de antiguas normas, la libertad de costumbres sexuales, el desprestigio del matrimonio, los nuevos usos amorosos explican la abundancia de poesías eróticas en el Siglo de las Luces.
La literatura erótica es la vertiente creadora menos conocida del siglo XVIII español. Samaniego participa de esta corriente con las fábulas recogidas en El jardín de Venus, que escribió a partir de 1790. El propio Jovellanos alude en sus Diarios a los «cuentos saladísimos». Estas composiciones no se publicaron en vida del autor, y aunque circularon en copias manuscritas ninguna de las que se conservan es autógrafa.
Félix María Samaniego, «El país de afloja y aprieta»:
Esta es la capital de Siempre-meta,
País de afloja y aprieta,
Donde de balde goza y se mantiene
Todo el que a sus costumbres se conviene.
-¡He aquí mi tierra!, dijo el viandante
Luego que esto leyó, y en el instante
Buscó y halló la puerta
De par en par abierta.
Por ella se coló precipitado
Y viose rodeado,
No de salvajes fieros,
Sino de muchos jóvenes en cueros,
con los aquéllos tiesos y fornidos,
Armados de unos chuzos bien lucidos,
Los cuales le agarraron
Y a su gobernador le presentaron.
Estaba el tal con un semblante adusto,
como ellos, en pelota; era robusto
Y en la erección continua que mostraba
A todos los demás sobrepujaba.
Luego que en su presencia
Estuvo el viajero,
Mandó le desnudasen, lo primero,
Y que con diligencia
Le mirasen las partes genitales,
que hallaron de tamaño garrafales
La verga estaba tiesa y consistente,
pues como había visto tanta gente
con el vigor que da Naturaleza,
También el pobre enarboló su piez.
Las revistas sicalíticas
La pornografía siguió sus propios pasos lejos de la censura y con las consecuentes persecuciones policiales. Las técnicas editoriales también cambiaron y así la pornografía pasó de ser un género reservado a una minoría de las clases pudientes, a estar al alcance de las clases medias y populares.
La más conocida fue «La Perla», una revista publicada en Londres en 1879 causando un gran escándalo. Se proclamó a sí misma como la única revista erótica para todos los gustos. Los dieciocho números publicados incluyeron numerosas anécdotas, cuentos y chistes, y seis novelas completas en forma de serial.

Naipes eróticos
Estos naipes en principio no se publicaron para ser utilizados para jugar a las cartas, sino como divertimento relacionado con lo sexual, muy ligados a tertulias masculinas. Estos naipes tuvieron un precedente en los conservados en el Museo Fournier de Vitoria, que se deben al círculo de Planas, y también el proyecto de naipes con dibujos originales del mismo autor, que se conserva en una colección particular.

Recomiendo visitar la web de Enrique Martínez-Salanova Sánchez para ampliar sobre el tema de la representación del erotismo en la historia del arte. [Accesible en]:
También la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes para saber más sobre la poesía erótica de Samaniego [Accesible en]:
Inés Abad.
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