La palabra «insultar» viene del latín insultāre, que significa literalmente «saltar sobre» o «asaltar», algo así como “lanzarte encima de [tu oponente]”

En la antigua Roma los insultos eran utilizados como armas arrojadizas, especialmente en el ámbito político, aunque también los encontramos en la literatura, especialmente en las sátiras. Para los romanos, el arte de insultar era “civilizado”, ya que requería de ciertas habilidades. Este arte de insultar está estrechamente relacionado con la oratoria, el “arte de hablar en público”, dada la importancia que tenía la participación en la vida pública, muy relacionada a su vez con la idea de ciudadanía y de estatus social que tenían los romanos.
En su obra Deoratore(55 a.C), Cicerón lamenta la pérdida del humor urbanum, penetrante e irónico, que estaba siendo sustituido, cada vez más, por el humor vulgar de mimos y scurraeen la oratoria. Cicerón se apena por el hecho de que entre los oradores con los que tuvo que codearse en los inicios de su carrera, no hubiera ninguno que supiera burlarse “de su adversario mediante una argumentación concisa y aguda”. Esta afirmación refleja el hecho de que ya no solo estaba en juego la ineficacia retórica de este tipo de humor, sino también un aspecto de la “representación social de la identidad por medios estéticos”, pues el uso adecuado de la risa y el humor hacía ver al orador como una persona culta y educada.
Para Cicerón este “humor civilizado” pedía “una diversión decente y fina, ni excesiva ni licenciosa, porque incluso cuando nos reímos debe mostrarse la impronta del alma bien nacida”, además de considerarlo un aspecto fundamental en las relaciones de amistad. Las gracias pueden darse tanto en una situación como en una palabra (ridiculuminre/ ridiculum in verbo), correspondiendo la primera con ese humor que recorre todo el discurso, mientras que la segunda lo hace con un humor más puntual.
Para Estrabón, en su caso, las cuestiones relativas a la risa y al humor no podían enseñarse teóricamente, sin embargo, existía un límite infranqueable: “el orador debe marcar diferencias frente al humor obsceno del mimo y separarse del scurra, graciosos a todas horas y en todo momento”.

No es de extrañar entonces que, la mayoría de los insultos tuvieran relación con: obscenidades (Sordes: sucio; Stercus: excremento; Ructabunde: bolsa de pedos o “eructador”); defectos (Stultus: tonto; Fatuus: idiota; Insipiens: insensato; Stupor: estúpido; Turpis: feo); conducta o los modales (Amentia: locura; Vappa: ebrio; Scurra: payaso; Mendicus: mendigo; Proditor: traidor; Fur: ladrón; Stultiloquus: charlatán; Iracundus: iracundo), ya que la finalidad del insulo además de insular (valga la redundancia), era la de demostrar ingenio y habilidades en la oratoria, y en consecuencia, ser culto y encajar en la idea de ciudadano.
Muchas de los insultos que se utilizaban en la Roma antigua se conocen a través de los grafitis que han sobrevivido al paso del tiempo. Los yacimientos arqueológicos vesubianos, como Pompeya, han proporcionado un buen repertorio de insultos y obscenidades. Otro ejemplo lo encontramos en la basílica romana de Santa Sabina, en la cual, en medio de otros grafitis de contenido estrictamente religioso, se hallan inscripciones espontáneas que invitan a la práctica de felaciones y sexo anal. También, en un baño de Estabia, una ciudad situada a los pies del Vesubio, se halló una inscripción latina que decía “cagué y no me limpié el culo». En otras ocasiones, el grafitero alardea de las dimensiones de su falo o invita a su oponente a alguna escena escatológica: “Eutiquión, ¡come mierda!” se observa en un grafiti de Minturno. Otras inscripciones tenían una finalidad crítica y buscaban debilitar la credibilidad de líderes políticos o militares. En el caso de una inscripción en un proyectil romano que el ejército de Octaviano disparó a las tropas de Lucio Antonio durante la Guerra de Perusia (41-40 a.C.) se observa una inscripción que reza: “apuntó al clítoris de Fulvia”.
Fulvia fue esposa de Lucio Antonio, lo que habría sido un intento de mermar la credibilidad del militar.
BIBLIOGRAFÍA
DEL HOYO, JAVIER, El humor en los graffiti y textos epigráficos de la antigua Roma, en Language Design. Journal of Theoretical and Experimental Linguistics, vol. 1, 2020, pp. 319-343. [Acceso en]: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7706132
MAS, SALVADOR, “Verecundia, risa y decoro:Cicerón y el arte de insultar”, en ISEGORÍA.RevistadeFilosofíaMoralyPolítica, N.º 53, julio-diciembre, 2015, pp. 445-473. [Acceso en]: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5907753
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