Cuaderno errante
Isidro Ferrer
Gracias a un maestro de teatro, el ilustrador y diseñador Isidro Ferrer comenzó a llenar hojas y hojas de cuadernos con ideas, pensamientos, dibujos… Aquel profesor pidió a sus alumnos que durante el curso llevaran siempre consigo un bloc, no a modo de diario, sino como un cuaderno científico de campo en el que anotaran situaciones de la vida cotidiana con un componente teatral. Isidro Ferrer hizo sus deberes, y su primer cuaderno nació en 1982. Al principio, su producción era limitada, pero con los años fue creciendo hasta llenar un par de cuadernos al año. El resultado, como se aprecia en esta selección que ha realizado el artista para NJOY Magazine, es el testimonio del proceso de creación de quien sitúa la idea por encima de cualquier virtuosismo técnico; de quien cree que se debería enseñar a pensar antes que a diseñar en las escuelas.
Antes de ganar el Premio Nacional de Diseño (2002) y el Premio Nacional de Ilustración (2006), Ferrer se graduó a principios de los años ochenta en Arte Dramático y Escenografía, pero una larga rehabilitación como consecuencia de un accidente lo apartó imperativamente de la actuación. Al poco, encontró en el diseño y la ilustración la esencia del teatro, pues comparte con este arte la necesidad de interpretar y representar ideas y conceptos, de hacer de esa interpretación un acto creativo.
Su carrera como ilustrador comenzó en 1988 en el diario El Heraldo de Aragón. En 1989 completó su formación en Barcelona con el diseñador Pere Torrent, Peret. Ese mismo año fundó el estudio Camaleón en Zaragoza con otros tres socios, y desde 1996 trabaja en solitario desde Huesca. Una carrera en ascenso en la que ha mantenido siempre un modo de trabajo pausado y sencillo, y de la que se han beneficiado grandes clientes como Canal +, El País o el Centro Dramático Nacional, institución para la que ha creado los carteles de varias temporadas que han sido expuestos internacionalmente. Trabajos magníficos en los que mezcla objetos, fotografías e ilustraciones, formando sencillos collages con una potente dimensión poética. Con distintos materiales, desde madera hasta hierro, manchas de color, tipografías, texturas o tramas, sus obras se convierten así en objetos para ser leídos.
En sus trabajos, el entorno más cercano, su vasta cultura literaria, el teatro y la artesanía se mezclan con una componente surrealista y el uso de figuras retóricas como la metáfora, la paradoja, la analogía, la ironía, la elipsis o la metonimia. Las ilustraciones de El libro de las preguntas, de Neruda, o Los sueños de Helena, de Eduardo Galeano, son buen ejemplo de ello. Como él mismo describe, su manera de trabajar es parecida a la máquina de hacer versos que imaginó el machadiano Juan de Mairena: por un lado entra el mundo, por otro sale la poesía.
De esta manera se define, como diseñador e ilustrador por «devoración», un término inventado que nace de la yuxtaposición de devorar y adorar, palabras ligadas al hambre y a la pasión, pues es como le gusta trabajar: vorazmente.
NJOY Art!
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